Hay millones de futbolistas en todo el planeta que dejan y dejaron una huella imborrable en algún club que hayan jugado. Hay pasos breves o muy largos que nunca jamás van a pasar inadvertidos, de alguna manera u otra, siempre hay oportunidad para que cada uno deje su firma: puede ser por el buen fútbol, por los goles, por tener solidez defensiva, por frases históricas, por torneos ganados, por un partido anecdótico, entre tantas otras circunstancias.
Nota, colaboración de Mateo Mastroianni para El Clásico Deportes
Uno de esos jugadores fue Juan Alberto Taverna, quien nació en 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires, el 13 de abril de 1948 y terminó falleciendo en la misma ciudad que lo vio nacer el 7 de noviembre de 2014. Comenzó jugando al fútbol en el club de su barrio, Sportivo 25 de Mayo, para luego pasar a las divisiones inferiores de la escuadra que lo haría pasar a la Primera. Su debut profesional como centrodelantero, lo hizo precisamente en Estudiantes de La Plata en un cotejo vs Atlanta, en 1968, desempeñándose en la institución “Pincha” hasta el ’71. Recordado por haber sido parte de ese glorioso equipo de Osvaldo Zubeldía, que entre tantas copas ganadas, fue campeón en tres ocasiones de la Copa Libertadores de América, de la Interamericana y la Intercontinental ganada al Manchester United en Inglaterra. Estuvo al lado de varias figuras importantes: Alberto Poletti, Eduardo Luján Manera, Aguirre Suárez, Raúl Madero, Oscar Malbernat, Carlos Salvador Bilardo, Carlos Pachamé, Eduardo Flores, Juan Ramón Verón, Felipe Ribaudo, Juan Echecopar, Marcos Conigliaro, entre otros. Su pasó por el “pincharrata”, dejó un total de siete encuentros disputados y 20 tantos marcados. Números que fueron abrumadores, pero constantemente tenía que bancársela e ir al banco de suplentes, ya que el titular Conigliaro tenía mejores actuaciones que él, por ende, terminó por bajarse definitivamente y cambió de rumbo. Recaló en el Veracruz de México, no obstante, su estadía allí fue corta y volvió otra vez a la Argentina.
En 1972 fue fichado por Banfield, aunque aquí tuvo también un paso fugaz, es por eso que posteriormente partió hacia al Club Real Murcia de España, donde estuvo un año y medio. Después de ese período, retornó al “Taladro”, donde quedaría marcado por varias particularidades.
El 6 de octubre del ’74 por la fecha 12º del Torneo Nacional, el director técnico Héctor D’ Angelo paró estos titulares: Ricardo La Volpe; Eduardo Pipastrelli, José Romero, José Terzaghi y Raúl Giustozzi; Silvio Sotelo, Hugo Mateos (después sustituido por Ricardo Giraldo), Rubén Flotta; Enrique Lanza, Juan Taverna y Luis Roselli. Aquella tarde, Banfield enfrentó a Puerto Comercial de Ingeniero White de Bahía Blanca, el arquero de dicho equipo era Juan Tolú, quien no se imaginó todo lo que tendría que atravesar durante los 90 minutos. A los 42’ de la segunda mitad, Banfield ganaba ¡12 a 1!, un minuto después el árbitro cobró otro penal y los compañeros le pedían a Taverna que sea el encargado de patearlo; por consecuencia, Juanchi lo pateó y decretó el 13-1 definitivo en un día perfecto. Los goles fueron de Lanza en dos ocasiones, Roselli asimismo con un par, Pipastrelli, Romero y SIETE conversiones de Taverna. “Todos mis compañeros quería que llegara al récord y me dejaron patear el último tiro desde los 12 pasos”, confesó la estrella del duelo. Desde que había comenzado a ser profesional el fútbol en 1931, ningún futbolista pudo llegar a la cifra de anotar siete goles en un solo partido. Fue el primer hecho del que se tuvo registro hasta ese momento, siendo una gran sorpresa para todos los encargados de llevar las estadísticas en ese momento del campeonato argentino.
Para la temporada posterior, continuó jugando para el equipo del Sur; el 16 de marzo de 1975, jugó como local en el estadio de Racing Club de Avellaneda, por la 7º jornada del certamen local frente a River Plate. El equipo dirigido por Ángel Labruna, fue el que se llevó el triunfo por 2-1, con los goles de Carlos el “Puma” Morete y Norberto “Beto” Alonso de penal, mientras que Taverna anotó el descuento para los verdiblancos. Después de ese encuentro que resultó victorioso la visita, a Juanchi le tocó el control antidoping, que en esos años eran todos sorpresivos e imprevistos.
El 15 de abril de ese mismo año (justo dos días más tarde de su cumpleaños), al goleador del Taladro le notificaron desde la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) que el doping le dio positivo, y como desenlace, fue suspendido por el Tribunal de Penas por un año, “por uso de estimulantes prohibidos”. Fueron instantes de mucho dolor, angustia y desesperación, ya que la mayoría de los compañeros de Juanchi, los dirigentes y el presidente de la institución, estaban completamente seguros que no podía ser cierto.
Su ladero en el ataque, Juan Roselli, afirmó en esos días: “El plantel de Banfield nunca desconfió de él. ¡Si no tomaba ni una cafiaspirina! Juan utilizaba un inhalante por un problema que tenía en la nariz, nada más. En el examen del dopaje le salió una sustancia que sólo podía soportar un caballo de carrera”.
Pasaron seis largos meses de inactividad futbolística para Taverna, que no le quedaba otra que quedarse en su casa esperando a que transcurriera el tiempo lo más rápido posible, para de una vez por todas volver a entrar a una cancha de forma oficial. En media de la coyuntura atravesada, la AFA dio un aviso especial admitiendo que se habían equivocado en la comunicación del resultado, debido a que “hubo anomalías en la toma de muestra”. Fue una película de humor y de terror al mismo tiempo para Juanchi, ya que pagó un cargo como culpable medio año y era inocente total. En la semana previa al duelo de la polémica, los médicos de los respectivos clubes les habían informado a los jugadores que según una disposición de la casa madre del fútbol nacional, se realizarían controles sorpresas de doping. Obviamente que una vez hecha la prueba que marcaba un acto de sabotaje, la pena quedó sin efecto. Los registros de doping en el fútbol argentino, comenzaron oficialmente a partir de 1980.
A partir de ese lamentable acontecimiento, se armó el famoso y llamado “Partido del Desagravio”, que se jugó en el Florencio Sola entre Banfield y un combinado de Futbolistas Argentinos Agremiados. El cotejo terminó 5-0, en el cual Juanchi facturó cuatro veces, mientras que el otro lo concretó Pipastrelli. Después de esos 90 minutos, la declaración de Taverna fue tristemente verídica: “¿quién me devuelve a mí estos seis meses perdidos sin fútbol”?
Además, agregó: “Yo no acuso a nadie; sólo señaló la existencia de un complot, una conspiración que fue dirigida contra el club o contra el presidente Valentín Suárez. Lo único que consiguieron fue arruinarme moral y deportivamente. No admito que se me enlode y sea damnificado o víctima de un daño psicológico irreparable”.
Después de esta lamentable situación que vivió en carne propia, decidió cambiar de rumbo y terminó jugando en Boca Juniors a principios de 1976. El plantel de Juan Carlos “Toto” Lorenzo, se comenzó a armar despacio pero con sobrada jerarquía: Hugo Orlando Gatti, Rubén Suñé, Francisco Sá, Jorge Benítez, Carlos Veglio, Osvaldo Gutiérrez y Jorge Ribolzi. En esa escuadra, ya estaba el mendocino Darío Felman, en lo que fue un año exitoso, logrando el bicampeonato tras ser el ganador del Torneo Metropolitano y Nacional del ’76. Las estadísticas en el Xeneize, fueron 28 partidos jugados y aportó 10 goles. En 1977 y 1978 se puso la camiseta de Gimnasia y Esgrima de La Plata, cuando ya tenía 30 años cumplidos. En el club Tripero, disputó 172 encuentros y convirtió 77 tantos. Cada vez que no tenía los rendimientos individuales que el pretendía, la gente le recordaba mucho su pasado en el Pincha. Fue aquí donde decidió retirarse del deporte profesional y darle el final a su trayectoria. En 1999, estando de vacaciones en la costa de Pinamar, sufrió un infarto cerebral que le derivó en una parálisis de la parte derecha de su cuerpo y le generó posteriormente complicaciones para hablar. El 6 de octubre de 2014, se cumplieron exactamente 40 años del día que su equipo le metió 13 goles a Puerto Comercial de Bahía Blanca y él había marcado en siete oportunidades. Banfield le hizo un caluroso homenaje, en honor a su lealtad y solidaridad constante.
Rubén Viani, era mediocampista del equipo bahiense, había llegado al club para jugar el Nacional proveniente de Deportivo Riestra. En una entrevista que hizo con la revista El Gráfico, describió: “El partido con Banfield fue entregado”.
Los jugadores que eran de Bahía Blanca no querían salir a jugar, en protesta porque nosotros cobrábamos y ellos, que eran del lugar, tenían que salir a trabajar para ganarse el pan. Si hasta tuvo que intervenir gente de la AFA. A medida que pasaba el tiempo iba creciendo la discordia entre ellos y nosotros, los de capital”.
Además, amplió: “Pasaron cosas increíbles ese día, adentro de la cancha. Los jugadores le regalaban todas a Juanchi Taverna. Uno llegó a sentarse arriba de la pelota, una cosa insólita. Pero en ese momento no se tomó conciencia de la goleada”.
El día anterior a aquel de los 7 goles de Taverna, es decir el sábado 5 de octubre de 1974, el boxeador argentino Carlos Monzón defendía la corona mundial en el Luna Park y le ganaba por demolición al australiano Tony Mundine en una brillante actuación.
Ese fue el corolario de otro año muy recordado en la vida del campeón mundial, ya que en febrero del ‘74 le había ganado a “Mantequilla” Nápoles, en lo que para muchos, fue su actuación más espectacular del reinado entre los medianos. Ese día también jugó Unión de Santa Fe por el torneo de la B Nacional, en cancha de Dock Sud, ante el local y lo derrotó por 3 a 1. El 7 de noviembre del 2014, justo un mes después de recibir esa maravillosa recepción y reconocimiento por parte de Banfield, murió a los 66 años. Dejó de existir físicamente, el hombre que metió siete goles en un partido en el fútbol argentino y el primero en ser un caso de doping positivo, que a la postre, fue absolutamente falso. Justo en esa fecha, pasó otra particularidad: en la cancha de Sarmiento, Colón igualaba 0 a 0 con Jorge Newbery de Junín, equipo que había conseguido la clasificación para disputar aquel viejo Nacional. En el Sabalero, el entrenador era Rubén Cheves y ese día formó con Costantino; Vázquez, Mariano, Trossero y Montagna (Iman); Borgna, Zimmermann y Carlos López; Funes, Olmos y Lamberti. Por su parte, Jorge Newbery lo hizo con: Gironacci; Vilchez, Sharry, Medina e Isamat; Burgos, Zunino y Acosta; Cavagna, Cadile y Molina.