Otra vez entre los mejores cuatro equipos de América, con una nueva chance que asoma en el horizonte de llegar a la gloria máxima en el plano internacional. Sí, hablamos del Xeneize, que bastante acostumbrado está a jugar duelos decisivos en el torneo más importante del continente y quedarse con el reinado absoluto. ¿El rival de enfrente? Será el Palmeiras, con la posibilidad de llegar por undécima vez a una final.
Así como el Mundo Boca está eternamente agradecido por la clasificación de su equipo en Belo Horizonte ante el Cruzeiro, hay infinitas dudas en el armado de los titulares y de lo que pueda darse en un futuro no muy lejano. Al día de hoy, quedó lejísimos el año y medio que este plantel logró mantenerse consecutivamente en la punta del campeonato local, o la milagrosa clasificación a octavos tras golear a Alianza Lima en mayo, y además, el favor indispensable que, justamente el Palmeiras, le dio al equipo argentino tras ganarle a Junior de Barranquilla.
Fue muy notorio el cimbronazo que sintió el equipo de Guillermo Barros Schelotto tras caer 0-2 con River en La Bombonera y también la increíble eliminación de la Copa Total Argentina vs Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde se vio una perdición absoluta de los futbolistas en cancha, sin tomar conciencia quizás de lo que se estaba jugando.
El partido en el Mineirao, era más que crucial para un plantel golpeado desde lo anímico y porque no de lo futbolístico, que dicho sea de paso, hace rato que no se ve un 11 claro en el campo de juego y con una idea clara de cómo desenvolverla.
La fractura de mandíbula de Esteban Andrada en el duelo de ida, fue un mazazo para Boca. Agustín Rossi, inevitablemente otra vez tuvo que volver a ponerse los guantes e intentar demostrar lo que el club pagó por él, en el momento que decidieron contratar sus servicios. Desde que volvió debajo de los tres palos, sufrió dos golazos frente al Millonario y otro con Colón en la Superliga Argentina de Fútbol.
En Brasil tuvo una jornada para el infarto: si bien sacó una pelota impresionante en el primer tiempo que iba al ángulo, se lo vio inseguro en los 90 minutos, cometiendo errores infantiles, hasta saliendo mal en los centros, con una incapacidad para resolver cada jugada que hacía mucho no se veía en un golero de un conjunto que es bicampeón del fútbol argentino. Y si bien esas equivocaciones, sorprendentemente no fueron aprovechadas por el rival, el margen de error a medida que vas avanzando de ronda, se va achicando cada vez más. Por dicho motivo, cuesta creer que si Rossi no contagia tranquilidad y compromiso a sus compañeros en el arco, al equipo podría costarle la eliminación directa, ante un contrincante de primer nivel que se ve en el ocaso. Por otro lado, se desconoce totalmente un plantel que haya sido campeón de la Libertadores con un arquero que regale tanto, ya en la fase de grupos había tenido groseros errores atajando tanto de local como visitante, que en líneas generales los rivales no supieron definir.
En la línea de cuatro, da toda la sensación que el Cuerpo Técnico encontró en Carlos Izquierdoz un caudillo que le está aportando mucha solidez y una actitud asombrosa para ayudar a sus compañeros en la recuperación de la pelota. Incluso, le aportó una cuota de convicción y firmeza a Lisandro Magallán en la zaga central, que no venía teniendo en los últimos enfrentamientos. En el lateral izquierdo, el oriental Lucas Olaza se está afianzando cada vez más al puesto en reemplazo de Emmanuel Más. El ex Talleres de Córdoba demostró momentáneamente una confianza y un aplomo bárbaro para aguantarse lo que se venga por parte del rival. En el otro lado, fue soberbio el papel realizado por Julio Buffarini en la marca, aunque desde que llegó al Xeneize no había mostrado su gran potencial que lo caracterizó durante su carrera como jugador. Además, el rendimiento de Leonardo Jara venía en caída libre, y obviamente que como el ex San Lorenzo de Almagro tampoco hacía las cosas bien, no había una posibilidad de un reemplazo. Lo de Buffarini, es casi como si hubiera llegado un nuevo refuerzo en estos momentos.
En la mitad de la cancha, Wilmar Barrios es lo más parecido a un verdadero ídolo de la institución, muestra un despliegue descomunal, con un talento para recuperar la pelota y presionar al futbolista contrario pocas veces visto en estos últimos años. A pesar de que anoche no fue una de las figuras, vale reconocer el esfuerzo que tuvo, teniendo en cuenta que jugó con una molestia en el posterior de la pierna de derecha. Sin dudas, un infaltable entre los titulares.
Caso similar al caso de Nahitán Nández; el uruguayo tuvo una actuación consagratoria, una entrega y un sacrificio por sus compañeros que lo hace cada vez que juega desde el arranque. Nació para jugar esta clase de contiendas, un distinto, jugadores como él son indispensables para un club que pretende ser campeón de América. En el otro lugar del medio sigue habiendo dudas, Barros Schelotto nunca define si apostar a la visión y calidad de pases que puede aportarle Fernando Gago o a la solvencia de Pablo Pérez, que últimamente no lo venía haciendo de manera positiva.
En la delantera, el panorama parece mostrar las cosas un poco más visibles. Cristián Pavón, autor del gol que definió el pase de fase, es otro que no debe faltar. Velocidad, desborde, precisión, potencia, remate al arco y gran asistidor. Cada vez que juega junto a Darío Benedetto, mostraron que se conocen de memoria, resolviendo todo tan fácil cuando ambos pisan el área contraría. De todas maneras, Ramón Ábila tiene grandes chances de ser el elegido para afrontar desde el comienzo lo que se viene para un Boca que sueña en grande. Interiormente, el técnico sabe que hay mucho por aprender y mejorar, pero en una semifinal de Copa la motivación para salir al verde césped es distinta, y con la camiseta que representan es más que suficiente para darse cuenta de lo que se están jugando.
Crédito: Mateo Mastroianni
Especial para el Clásico Deportes