Fue arquero al igual que su padre, formándose en las inferiores de Vélez Sarsfield. Una de sus primeras apariciones frente al público fue en el campeonato Proyección del ’83, donde con 17 años ya mostraba todas sus condiciones y cualidades.
Nota: Crédito Mateo Mastroianni.-
Un 8 de abril de 1984, hizo se presentación oficial en la Primera División del fútbol argentino, en la segunda fecha del Torneo Metropolitano de ese año, en lo que fue triunfo del “Fortín” sobre Temperley por uno a cero, con el gol de penal de Carlos Bianchi en el estadio Alfredo Beranger. Su director técnico era Alfio “Coco” Basile, quien en la semana previa al partido le había comentado al oído: “Pibe, el domingo prepárate que sos titular”.
Él es Carlos Fernando Navarro Montoya, nacido en Medellín, Antioquia, Colombia, un 26 de febrero de 1966. Es hijo de quien también fue un gran portero argentino, Ricardo Jorge Navarro Montoya, quien al momento del nacimiento de su descendiente, se encontraba atajando para Atlético Nacional.
Sus excelentes rendimientos, hicieron que en 1985, fuera convocado por el entrenador colombiano Gabriel Ochoa Uribe, para jugar el repechaje de las Eliminatorias a la Copa del Mundo de México 86’ con la Selección Nacional de aquel país. El “Mono”, porque así fue apodado desde sus inicios en el deporte, con 19 años atajó en tres encuentros oficiales, en los cuales el combinado cafetero fue eliminado.
Con el pasar del tiempo, consiguió una habilitación para poder jugar con la camiseta argentina, esto fue casi comenzando el Mundial de Francia 1998, cuando ya había perdido mucha consideración y terreno por parte de los técnicos del plantel mayor. Todo eso se debió a que el famoso pedido especial obtenido perdió mucha credibilidad, debido a que ya había usado oficialmente otra casaca, lo cual fue un verdadero problema que lo condicionó para toda su posterior carrera.
Para 1986 tuvo un corto paso por la institución colombiana Independiente Santa Fe, después de que fuera fichado a préstamo. Disputó en esa temporada 1986/87, un total de 38 cotejos con la escuadra de los cardenales. Al año siguiente retornaría al país, para calzarse nuevamente la camiseta del conjunto de Liniers, estando bajo los tres palos en 85 duelos, teniendo papeles fundamentales antes de emigrar a otro lugar.
En agosto de 1988 pasó al Club Atlético Boca Juniors, lugar donde su trayectoria llegaría a su pico más alto por todo lo realizado. No le fue fácil mostrarse de entrada, llegó siendo el suplente de un veterano y experimentado Hugo Orlando Gatti. Por esas cosas de la vida, un error ajeno le vino como anillo al dedo; en la primera jornada del Campeonato 1988/89, el “Loco” Gatti cometió una grosera equivocación ante Deportivo Armenio, por ende, el profesor José Omar Pastoriza decidió sacarlo de los once.
A la fecha siguiente ingresaría Navarro Montoya, esto fue un 18 de septiembre, día del superclásico ante River en el estadio Monumental. El Xeneize formó con: Navarro Montoya; Luis Abramovich, Juan Simón, Richard Tavárez y Enrique Hrabina; Claudio Marangoni, Fabián Carrizo y Carlos Tapia; Alfredo Graciani, Walter Perazzo y Alejandro Barberón. Fue victoria azul y oro por 2-0, con tantos de Perazzo y Graciani sobre el final, en una presentación inolvidable para el debutante arquero que se fue con la valla invicta.
Su paso por La Ribera fue súper ganador y prolongado. Tal es así que en 1989 llegaría su primer título, conquistando la Supercopa Sudamericana luego de ganarle en la final a Independiente en la tanda de penales. Fue decisivo el tiro desde los 12 pasos que le contuvo al delantero Luis Fabián Artime en la definición, para llegar a la copa.
Posteriormente tuvo unos duros bajonazos dentro de la cancha, que se notaba claramente venían aparejado con la enfermedad y posterior muerte de su hermano Edgar, futbolista en el año 90’ de Deportivo Español. Cuando logró reponerse de ese difícil momento personal, volvió a demostrar su verdadera versión teniendo rendimientos sobresalientes. Con su presencia firme en el arco volvería a levantar un trofeo con su equipo, derrotando 1-0 a Atlético Nacional por la final de la Recopa Sudamericana en 1990, jugada en Miami, EE.UU, siendo este su segundo palmar con los Xeneizes.
El 22 de mayo de 1991, en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores de América, Boca visitaba al Colo Colo en Santiago de Chile (la ida fue 1-0 con gol de Graciani). En varios pasajes de este choque, se produjeron serios incidentes de violencia, hasta que llegó el tercer tanto definitivo de los chilenos que los depositaba en la final, desatándose una verdadera batalla campal. El “Mono” fue uno de los principales descontrolados, increpando al árbitro, los jueces de línea y golpeando a todo aquel que se le cruzara en el camino.
Junto con su compañero Hrabina, le pegaron al periodista partidario del local Rodrigo Arangua, a partir de eso, los Carabineros recibieron la orden de reducir a ambos futbolistas a la fuerza, ellos seguían totalmente enfurecidos por lo ocurrido y se resistieron a salir de la cancha, por lo que un perro pastor alemán que obedecía las indicaciones de la fuerza policial, lo mordió a Navarro Montoya. Dicho animal, se llamaba Ron y fue galardonado por la prensa chilena como el más famoso del país.
Apartando a un costado este hecho lamentable para el fútbol sudamericano, entre 1991 y 1994 fue el mejor arquero en Argentina, a principios de la década ganaría el Clausura 91’. Sin embargo, no pudo estirar la racha campeona frente a Newell’s Old Boys de Rosario en la final de la competencia 1990/91. El partido fue ante la “Lepra”, porque fueron los consagrados del Apertura 1990. Para pasar un poco ese mal trago el “Mono” recibió un premio individual; fue elegido por el CEPA como el mejor futbolista de aquel año.
En 1992 volvió a ser vencedor, alzándose el Apertura con Óscar Washington Tabárez como entrenador. En ese torneo se hizo poseedor del segundo récord más largo de imbatibilidad en la primera división. Fueron 826 minutos completos, permaneciendo así entre los 43’ del PT en la sexta fecha (gol del uruguayo Walter Peletti para Huracán) y los 13’ también del PT de la 15º jornada, cuando Daniel Garnero facturó para Independiente. De esta manera, quedó a 249 minutos de romper la marca establecida por su colega Carlos Barisio en 1981 para Ferro Carril Oeste, siendo ésta de 1075 minutos.
Sus grandiosas atajadas, que iban sostenidas de ese colorido atuendo que usaba todos los fines de semana, fue un reflejo de aquellos años. Basile insistía incansablemente con muchos dirigentes para que lo dejen ser convocado a la Selección Argentina, pero inmediatamente la FIFA desestimaba en reiteradas ocasiones esa solicitud. Llegaría el turno de obtener dos nuevos torneos internacionales que no eran de alta estirpe, primero fue la Copa Máster de Supercopa del 92’, venciendo a Cruzeiro de Brasil, y enseguida llegaría la Copa de Oro Nicolás Leoz 1993 derrotando a otro brasileño, el Atlético Mineiro. Esta última campaña, su enfrentamiento con Alberto Márcico dividió en dos bandos al plantel en “Halcones y Palomas”.
La llegada de César Luis Menotti al banco de suplentes de Boca, hizo olvidar un poco todo ese disturbio armado en el vestuario, recuperando el magnífico nivel de Navarro Montoya en el arco. En 1994 dejaron por primera vez afuera River Plate en un cruce internacional, fue en la vuelta de los cuartos de final en La Bombonera en la serie de penales: el “Mono” le atajó el último tiro a Sergio Berti, haciendo clasificar a su equipo a semis. En la final de esa famosa Supercopa, fue derrota ante el “Rojo” en Avellaneda por 1-0 con el único grito sagrado de Sebastián Pascual Rambert.
A mediados de la década del 90’, se daría un duelo muy particular con José Luis Chilavert, en el cual el arquero Xeneize no salió para nada favorecido. Los dos eran claros protagonistas del fútbol argentino para sus planteles. El detalle estaba en que Boca no ganaba mucho, caso contrario a lo que ocurría con un ganador Vélez. Fue allí cuando un dirigente de La Boca sugirió hacer un trueque entre los famosos.
Más allá de la infinidad de cruces que protagonizaron, hubo un hecho crucial que fue el 16 de junio de 1996 en el José Amalfitani. Una tarde – noche olvidable para Montoya, teniendo en cuenta que recibió dos goles del paraguayo, uno de tiro libre primero y el otro de penal, en un recordado 5-1 con el polémico arbitraje de Javier Castrilli, habiendo varios expulsiones, con la de Diego Armando Maradona inclusive. Cuando Chilavert fue a patear el respectivo tiro desde los 12 pasos, el “Mono” le tiro: “¿sos guapo paraguayo?”. “No, yo soy campeón”, le respondió…
Su estrella se fue apagando velozmente cuando llegó a ponerse el buzo de DT, otro campeón del mundo, Carlos Salvador Bilardo, con el que no tuvo una amena convivencia y poco a poco lo fue alejando de la titularidad. El nacido en Colombia, jugó su último partido con Boca el 15 de noviembre del 96’, aquella tarde fue derrota Xeneize por 3-1 con Banfield en Peña y Arenales.
Sobre finales del 96’, se hablaba cada vez más fuerte que había una división muy picante en el plantel boquense; de un lado estaban los de Navarro Montoya y del otro Márcico, Blas Armando Giunta y varios más. Esto tuvo como consecuencia, la ida del club del arquero junto con Néstor Ariel Fabbri y Carlos Javier Mac Allister, quienes fueron todo el tiempo señalados por la dirigencia como los “cabecillas de los jugadores camarilleros y conflictivos”. Uno a uno, fueron yéndose de una pésima forma.
Entre el 18 de septiembre del 1988 y el 15 de noviembre del 96’, Carlos Navarro Montoya disputó 397 encuentros oficiales debajo de la meta de uno de los equipos más grandes del fútbol argentino. Fue un recordado ídolo con todas las letras, la hinchada lo ovacionaba y lo recibía casi siempre con un peculiar grito que decía, “dale Mono”. Por otro lado, es dueño de una marca negativa: en tres oportunidades, recibió seis goles en contra en La Bombonera. La primera fue el 20 de noviembre del 88’ cuando fue goleado por 1-6 ante San Martín de Tucumán, la segunda frente a Racing Club el 3 de diciembre de 1995 en lo que fue un 4-6, y la última, el 5 de mayo del 96’ cuando Gimnasia y Esgrima de La Plata le propinó un 0-6.
Cumpliendo su sueño de jugar en el fútbol europeo, en 1997 desembarcó en el CF Extremadura de España, club en el cual permaneció un año entero. Allí fue acompañado de José Horacio “Pepe” Basualdo, otro de los que se había peleado con el “Narigón” Bilardo. Su balance ahí fue altísimo, en tan sólo seis meses lo catapultaron como un figura del campeonato español, a pesar de ello, el equipo no pudo salvar la categoría y se fue a la B.
Otra vez decidió cambiar el destino y fichó para otro equipo extremeño: el Club Polideportivo Mérida. A pesar de su buena actuación, tampoco pudo sostenerse en la primera en lo que era su primera participación en la historia, a la postre los Pecholatas terminaron descendiendo. El tercer paso de Navarro
Montoya por España, también terminó en descenso directo; fue en el CD Tenerife, allí estuvo entre 1998 y el 2000. En la península, contando todos los clubes, el portero atajó 109 cotejos.
En enero de 2001 fue contratado por Deportes Concepción de Chile. Con el equipo trasandino jugó la Copa Libertadores llegando hasta los octavos de final, fase en la cual fue eliminado a manos del Vasco Da Gama, quien tenía entre sus filas al gran Romario.
Para 2002 se dio su ansiada vuelta al fútbol argentino, cayendo en Chacarita Juniors. Por supuesto que en el “Funebrero” estuvo a la altura de las circunstancias, como a lo largo de toda su carrera profesional. En el cuadro tricolor defendió su arco 62 partidos, hasta que en septiembre de 2003 sufrió la rotura de meniscos de la rodilla derecha. A partir de esa mala pasada, decidió rescindir su contrato. Aunque no todo fue negro, porque su buena predisposición para recuperarse lo más pronto posible, sumado a lo bien que le fue en Chaca, le permitió volver a estar en un equipo grande.
A comienzos de 2004 con 38 años cumplidos, firmó con Independiente, institución en la que estuvo un año y que fue bastante intenso manteniéndose siempre como titular indiscutido. No obstante, con la llegada de Julio Cesar Falcioni al Diablo, acompañado de la decisión del cuerpo dirigencial de darle lugar a los arqueros de las inferiores, tales como Oscar Ustari, decidieron no renovarle el préstamo que lo vinculaba. Así terminó otra etapa con 57 partidos atajados en su hombro.
Tras su salida de Independiente, cambió de rumbo para llegar a Gimnasia y Esgrima, donde estuvo en la temporada 2005/06. Estuvo muy cerca de ganar el Torneo Apertura 2005, con intervenciones propias de su mejor momento en Boca. Fue querido y respetado por todos los Triperos, dejando un hermoso recuerdo mientras permaneció en la ciudad de La Plata. Completó 38 encuentros oficiales.
En septiembre de 2006, el “Mono” dispuso de un breve paso por Atlético Paranaense de Brasil, fue tan escueto que sólo fueron dos partidos. Regresó una vez más a la Argentina para defender el arco de Nueva Chicago en 2007,
donde se mantuvo 19 cotejos y perdió una vez más la categoría, en la recordada promoción contra Tigre que culminó con varias peleas en el campo de juego.
Su último paso por el fútbol nacional se produjo en Olimpo de Bahía Blanca, pero aquí no le salieron las cosas a su medida que tenía acostumbrado a todos, ya que la relación con la hinchada no fue buena, de hecho fue horrible de entrada. Jugó 13 partidos y el equipo finalizó con otro descenso. El 12 de septiembre de 2007, en un choque ante Boca, sufrió la rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha.
En 2008 estuvo a punto de jugar para la Asociación Atlética Luján de Cuyo de Mendoza, pero a fin de cuentas, tras no llegar a un acuerdo con la dirigencia mendocina, el pase del jugador al “Violeta” no se concretó. Para enero de 2009, se incorporó al Tacuarembó Fútbol Club de la Primera División de Uruguay, era el único equipo del interior que nunca descendió desde que las escuadras de esa zona del país compitieran en el campeonato uruguayo desde 1999.
En el mes de abril, se enfrentó a goles de puño con el presidente de la institución, Daniel Albernaz, posterior a una discusión, la cual terminó con la rescisión del contrato del futbolista, donde atajó los últimos ocho partidos de su recorrido futbolístico. Este lamentable capítulo que atravesó, le hizo replantearse varias cosas y por eso tomó la decisión inamovible de luego de más de 25 años de trayectoria, retirarse del fútbol profesional. “Es un adiós, pero también un gracias”, fueron sus últimas palabras en conferencia de prensa.
Después del retiro, fue contratado como director técnico de Chacarita en 2013, mientras disputaba la Primera B Nacional. Previo a su llegada, el “Funebrero” iba en segundo lugar y tras un andar flojo, quedó fuera del Torneo Reducido que le hubiese permitido luchar por un ascenso. En diciembre de ese mismo año, recaló en Boca para ser el entrenador adjunto de las divisiones juveniles y ser el líder de la 5º división, con la que lograría ser campeón.
Así fue el largo camino de Carlos Fernando “Mono” Navarro Montoya en el fútbol profesional. Fue el que se distinguió por los buzos llamativos de todos colores, el que tenía un uno tan particular en la espalda y una carrera que duró un cuarto de siglo, atajando un total de 831 partidos oficiales. Una verdadera marca registrada de nuestro fútbol, de los mejores arqueros argentinos de la historia del fútbol argentino.
Foto de portada: Carlos Navarro Montoya entrevistado por Héctor Albano, año 1994.