(Actualidad.Rt.Com) Si el fútbol moderno nació en Inglaterra, el mayor torneo en la historia de este popular juego se celebró por primera vez en Sudamérica. Año 1930, Uruguay. Tres estadios, uno de ellos el Centenario, con un aforo de 90.000 espectadores. Tan solo 13 equipos participantes. ¿Acaso en aquel entonces alguien podía imaginar que en el futuro el Campeonato del Mundo o el Mundial, como ahora lo llaman en todo el planeta y no solo en los países hispanohablantes, se convertiría en un evento deportivo (y también cultural, para qué engañarnos) de semejantes dimensiones?
Seguramente ni el entonces presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet, se imaginaba las consecuencias que tendría el primer Mundial. Sin embargo, la negativa de incluir el fútbol en el programa de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1932 solamente aceleró el proceso.
Varios países expresaron su disposición a acoger el torneo. El que más insistía era Uruguay, y el hecho de que obtuviera el derecho de celebrarlo no fue algo casual. En aquel entonces el país estaba en la vanguardia del desarrollo del fútbol, prometiendo construir un gran estadio (aunque cumplió la promesa con un pequeño retraso) e incluso pagarles los gastos a todos los participantes. Sin clasificación previa (por primera y última vez en la historia de los Mundiales), trece selecciones divididas en cuatro grupos (en uno de ellos había cuatro equipos) jugaron el torneo en una vuelta. Después de la eliminatoria quedaron los cuatro mejores equipos: Argentina, Yugoslavia, Uruguay y EE. UU.
Ninguno de los participantes suponía que estaban haciendo historia. Ni siquiera sentían emociones especiales por los goles que marcaban. Sin embargo, las emociones sobraron en la semifinal, cuando los gladiadores del balón de cuero hicieron del fútbol un verdadero festín. Ambos partidos, entre Argentina y Estados Unidos y entre Uruguay y Yugoslavia, terminaron en 6 a 1.
Podemos imaginar las sensaciones de los futbolistas de la selección yugoslava, que hicieron un largo viaje en barco cruzando el océano, se lucieron en la fase de grupos y fueron derrotados de semejante manera en la eliminatoria. ¡Qué amargo el sabor de la derrota! Sobre todo si recordamos que el partido entre los dos equipos en los Juegos Olímpicos seis años antes de aquel Mundial terminó en 7 a 0 a favor de los latinoamericanos. Los yugoslavos estaban tan decepcionados por la derrota y por el arbitraje, que no les pareció del todo objetivo, que ni siquiera salieron a pelear por el tercer puesto. Así nos lo cuentan las fuentes sobre la historia de este torneo.
La final, celebrada el 30 de julio de 1930, pasó a la historia. Se informa de que estuvieron presentes más de 90.000 hinchas, de ellos 20.000 argentinos. El estadio abrió sus puertas seis horas antes del partido, y dos horas antes del pitido inicial estaba completamente lleno.
El juego terminó 4 a 2 a favor de los anfitriones del Mundial. Unos de los héroes del torneo fue Héctor Castro, el único jugador con discapacidad en la historia en marcar un gol en la final de un Mundial.
Existen videos documentales de aquel partido que transmiten al 100% el ambiente en el estadio y el espíritu de la época. Sin embargo, es imposible darse cuenta de que cada mitad del partido se jugó con un balón distinto: uno uruguayo y otro argentino (ambos balones están en el Museo del Fútbol). Tampoco se oyen los disparos con los que los hinchas celebraban los goles marcados.
La vuelta de honor que hicieron los jugadores de la selección ganadora quedó grabada en video. José Nasazzi, considerado uno de los jugadores más célebres de su época, fue el primer capitán en levantar la Copa del Mundo. Representante de una brillante generación en la historia de la selección uruguaya, fue campeón de dos Juegos Olímpicos (1924 y 1928) y de cuatro Copas de América. Al terminar la carrera trabajó como entrenador de la selección. Falleció en 1968. Un estadio y una calle de Montevideo llevan su nombre.
En el 2005, en Francia, a la edad de 97 años, falleció el autor del primer gol en la historia del Mundial, Lucien Laurent. Debido a una lesión solo pudo terminar un partido, contra México, cuando en el minuto 19 su remate desde el área inmortalizó su nombre y le permitió subir al ‘Olimpo de la gloria futbolera’.
Sin embargo, este logro no le permitió tener una carrera futbolística de éxito. Todo fue a causa de la Segunda Guerra Mundial, cuando estuvo en el frente, y del campo de concentración en Sajonia, en el que pasó tres años. Al terminar la guerra volvió a Francia y fue el único de toda la selección francesa participante en el primer Mundial de la historia en vivir el triunfo de su equipo en el Mundial de 1998. “Hicimos un viaje de 15 días en barco. Entrenábamos en la cubierta de abajo. Nada de premios, todos éramos amateur. Cuando marqué, no había vuelta de honor. No sentíamos como si estuviésemos haciendo historia”. Sin embargo, sí lo hicieron.
Mundial 1930. Final
Uruguay – Argentina
Uruguay: Ballestero, Mascheroni, Nasazzi (c), Andrade, Fernández, Gestido, Dorado, Scarone, Castro, Cea, Iriarte. Entrenador: Alberto Suppici
Argentina: Botasso, Della Torre, Paternoster, J. Evaristo, Monti, Arico Suárez, Peucelle, Varallo, Stábile, Ferreira (c), M. Evaristo. Entrenador: Francisco Olazar
Árbitro: Jean Langenus (Bélgica)
Resultado: 4:2 (Dorado 12’, Cea 57’, Iriarte 68’, Castro 89’, Peucelle 20’, Stabile 37’)
30 de julio de 1930
Estadio Centenario, Montevideo, Uruguay
68.346 espectadores
Máximos goleadores:
Guillermo Stábile Argentina 8
José Pedro Cea Uruguay 5
Guillermo Subiabre Chile 4
Bert Patenaude Estados Unidos 4
Juan Peregrino Uruguay 3
Ivan Beck Yugoslavia 3
Carlos Peucelle Argentina 3
Preguinho Brasil 3